Me resulta curioso como a lo largo de la historia grandes
pensadores ha confundido la ambición con la codicia: la codicia es el deseo
ardiente de conseguir algo sin importar las consecuencias, es decir, no importa
si se consigue maquiavélicamente. En cambio la ambición no busca un camino
maquiavélico, la ambición se basa en nuestros propios esfuerzos, en seguir
adelante incluso cuando flaquean todas las fuerzas.
Siempre he pensado que la ambición es buena, siempre he
pensado que la ambición hace mejor a las personas. El personaje cinematográfico
que mejor define la ambición es Gordon Gekko, que luego se vuelve codicioso, en
la magnífica Wall Street. En una
escena Gekko le da un discurso al personaje de Charlie Sheen sobre cómo ser el
mejor. En medio de la escena observamos a dos hombres en la calle frente a un
semáforo: un vagabundo y un ejecutivo perfectamente trajeado. Es entonces
cuando Gekko, desde su limusina, suelta la mejor frase de toda la película:
“¿vas a decirme que la diferencia entre esos dos está en la suerte?”
No fue la suerte lo que hizo dejar sin opciones de Champions
al Tottenham el pasado 15 de marzo frente al Manchester United sino la falta de
ambición algo que los londinenses llevan años practicando.
Nos disponíamos a ver un partido dramático por el cuarto
puesto. El Tottenham solo estaba a tres puntos del United quien ocupaba esa
última plaza de puestos Champions. Pensábamos que iban a salir a morder ante un
United en horas bajas y con una clara crisis de identidad. Pero no fue así: se
agazaparon atrás, no querían mover la pelota, empeñados en los balones aéreos y
para colmo la ausencia de velocidad en los centrales provocó que nos quedáramos
sin partido a los 19 minutos con tantos de Fellaini y Carrick. Minutos después
Rooney remató la faena y con ello las opciones de puestos Champions para los
Spurs.
Ellos llevan años justificando su ausencia, en los puestos
altos de la clasificación, por la falta de dinero, que no pueden competir con
los grandes. En principio parece una excusa razonable pero no lo es: hemos
visto muchas veces cómo equipos con presupuestos menores y nivel de plantilla
menor llegaban más alto. Y tampoco es del todo cierto que carezcan de dinero:
es el cuarto equipo Premier en salarios.
Podemos decir que la diferencia de plantilla entre los
grandes y ellos es considerable pero en ningún caso puede servir de excusa para
no luchar. Aunque si nos fijamos detenidamente en su plantilla podemos observar
que destacan varios nombres: ninguno de los 5 grandes tiene un nivel de laterales
tan compensado y, sobre todo, rápidos como Rose-Walker. Dos jóvenes defensas
que son el futuro de sus selecciones como Yedlin y Dier. Un mediapunta que le
falta poco para llegar a ser un jugador de clase mundial; Christian Eriksen. Y
el que será el delantero centro titular de Inglaterra los próximos años; Harry
Keane.
Bajo mi punto de vista tienen un equipo casi a la altura de
los grandes pero en eso mismo radica el problema del Tottenham; no se creen
grandes, no tienen ambición. Les pasa ahora y les pasaba hace tres años cuando
rondaban por allí Gareth Bale y Luka Modric.
Si algún día se lo proponen no solo tienen equipo para
luchar por la Champions sino por la Premier. Pero la falta de ambición conlleva
al acomodamiento y el acomodamiento conlleva a la mediocridad, pasarán los años
y seguiremos viendo cómo los Spurs se pudren en la Europa League y no será por
dinero ni plantilla sino porque no se han atrevido a soñar, no se han atrevido
a ser ambiciosos. El Tottenham es ese amigo que sabes que podría llegar lejos
si no fuese por su extremada vagancia y sus findes de borracheras El Tottenham
siempre será aquel Vagabundo al que se refería Gordon Gekko.