lunes, 13 de marzo de 2017

El miedo, por Kawhi Leonard

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El miedo nace de la inseguridad, de los momentos dramáticos vividos por una persona. El miedo brota física y mentalmente. El miedo es un nudo en la garganta, una incapacidad para respirar. El miedo no tiene perspectiva. El miedo nubla la visión, como si mirases por unos prismáticos algo muy lejano y que se escapa totalmente de tu control. La vida y la carrera de Kawhi Leonard no se entenderían sin el miedo.

El 18 de enero de 2008, mientras Kawhi hacia el partido de su vida, su padre fue asesinado a quemarropa en el lavado de coches que éste poseía. Se desconoce quién fue el culpable. Su padre le había inculcado la disciplina como la manera de alcanzar los propósitos y, la fe en Dios para apoyarlo en los momentos duros y decisivos. En aquel mes de enero, Kawhi Leonard lidió por primera vez con el miedo.

A día de hoy seguimos sin entender cómo pudo caer hasta la decimoquinta posición del draft y, ni mucho menos comprendemos por qué Indiana le traspaso sin miramientos a San Antonio. Gregg Popovich vio en él virtudes donde los demás solo veían defectos. Aunque los dos primeros años parecían dar la razón a los especialistas: su extremada timidez nos impidió ver su auténtica naturaleza. Se convirtió en un jugador puramente defensivo, incapaz de tomar decisiones. Acongojado por la imperiosa figura de Tim Duncan.

Gregg Popovich es un entrenador que mantiene sus ideas aunque no queden ni las cenizas de ellas. Concedió un poder notarial a Kawhi durante los playoffs de 2013, elevando a 37 sus minutos de juego por partido. Por un momento Kawhi cogió confianza y se intentó a alzar como la pieza principal del rompecabezas, hasta que, en las finales, el miedo volvió a apoderarse de él: el rey James, simplemente, lo destrozó y, la gente le observó como lo que era en aquel momento; un cachorro asustadizo de 21 años.

Esta vez, Poppovich personificó la filosofía de Gandalf el Gris. Se reunió con Kawhi en privado y le dijo que, para la temporada 2013-2014, solo quería una cosa de él- Destronad al rey, cortadle la cabeza-
A lo que Kawhi replicó- No puedo. LeBron es el mejor jugador del planeta. Yo le tengo miedo-

-Por eso mismo, porque le tienes miedo: nunca le subestimarás, estarás siempre atento a sus movimientos, aprenderás de sus logros y los harás tuyos- Argumentó Poppovich.

En aquellas finales, el rey James cometió un error letal: quiso jugar solo, cansado de ver como sus escuderos no le seguían el ritmo. Kawhi le desquició. Fue la sombra del rey durante toda la eliminatoria. Kawhi se centró. Se olvido de sus fracasos, de sus miedos, de las negativas y de los imposibles. Kawhi Leonard salió de aquellas finales como el MVP y con un nuevo apodo; El AntiLeBron, es decir, El Matarreyes.

Pero, al igual que Jaime Lannister, renegaba de ese apodo vulgar e injusto. Y, como Jaime, tuvo que aprender a aceptar su nuevo rol. Su mirada se volvió fría, sus pupilas se dilataban contemplando el balón: Es un chico parco en palabras. No tiene Redes Sociales. No anuncia patatas ni refrescos como los demás All Star. No sale con supermodelos ni se le ve en alfombras rojas. No conduce deportivos ni luce ostentosas joyas. Kawhi solo hace su trabajo. Solo tiene un objetivo constante; ser el mejor jugador de la NBA.
Su juego y su confianza han aumentado a pasos agigantados. Kawhi es el anti héroe. Como Batman; es tan bueno que sus rivales están compartiendo su miedo.

Hay tantas emociones en los momentos decisivos. Una de ellas es el miedo: el miedo es llegar lejos y no conseguirlo. El sueño puede morir. Pero a mí me gusta el miedo. Significa que estoy cerca. Significa que estoy preparado.
Kawhi Leonard está cerca. Kawhi Leonard está preparado para asaltar el reinado de la NBA.

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