lunes, 4 de septiembre de 2017

HIJOS DE UN MISMO DIOS

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No debe ser fácil alcanzar la excelencia en tú profesión y no ser el foco de atención en los éxitos. Irving y Neymar han alcanzado ese nivel en sus respectivos deportes, pero la virtuosidad no es lo único que tienen en común: ambos nacieron en el primer trimestre de 1992. Son dos de los jugadores más representativos de la marca Nike. Ambos lo han ganado todo con su equipo. Ambos fueron traspasados este verano, por petición propia, alegando un trato inmerecido por parte de la entidad. Sin embargo, ambos jugadores decidieron abandonar el nido por una razón de peso; son hijos de un mismo Dios con distinto nombre, como para los griegos y los romanos. Para Irving y el baloncesto, ese Dios se llama LeBron. Para Neymar y el fútbol, se llama Messi.

Muchos creíamos que la temporada decisiva para Neymar en el FC Barcelona sería esta. El brasileño nos brindó, en la 2016-2017, sus baches de rendimiento más acentuados: una primera parte del campeonato muy lejos de lo esperado, y una segunda al nivel del mejor. El punto de inflexión lo marca el partido de vuelta contra el PSG. Neymar es el protagonista absoluto de aquel partido, el único que mantuvo la fe durante 90 minutos. Sin embargo, la foto de aquella noche mágica tenía como héroe a papá; Leo Messi.
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La tremenda crisis institucional que atraviesa el Barça ha provocado un trato descuidado con sus jugadores. La fidelización en los contratos ha dejado de ser importante. Neymar y su padre barajaron sus cartas aprovechando la situación. El PSG le ha ofrecido un rol como estrella totalitaria de un proyecto caprichoso e inminente cuyo único objetivo es la conquista de la copa de Europa. A pesar de ser brasileño quiero pensar que su marcha no es por dinero, sino meramente deportiva: será el protagonista de una liga de menor nivel, alejado de las sombras de papá.


El punto de inflexión para Kyrie Irving fue la jugada definitiva de las finales del 2016. Su triple dio a Cleveland el primer anillo de su historia. Sin embargo, las portadas fueron a parar a un emocionado LeBron abrazando el trofeo. 25,2 puntos promedió Irving la pasada temporada, ningún segundo de abordo promedia tanto, incluso las estrellas de otros 19 equipos no promediaron tanto como él.

Kyrie no se va a un producto tan diferente como el de Neymar con su papá, se va a los Boston Celtics; rival directo para arrebatar a papá el dominio del Este. El proyecto de Boston está mucho más compensado que el del PSG, pero Kyrie no deja de ser la incuestionable estrella. Hayward y Mbappé partirán como actores secundarios, como lo fueron sus nuevos compañeros en Cleveland y Barcelona.

Irving y Neymar tienen 25 años, lo que significa que están en la etapa de madurez de sus carreras, en el momento de mayor rendimiento. Es lógico que, como profesionales, busquen el proyecto más acorde a su talento. Es lógico que quieran alejarse de LeBron y Messi con los que alcanzaron la gloria, pero la gloria sin protagonismo tiene un sabor amargo. Todos sabemos que cuanto más protagonismo, mayor es la exposición, y una mayor exposición genera más dinero. Pero también tienen una responsabilidad extrema: hagan lo que hagan, logren lo que logren se mirará con lupa. Alejarse de papá les hace independientes, pero más vulnerables, como en aquel cuadro de Goya; solo con el tiempo sabremos si LeBron y Messi, como Saturno, devoran a sus hijos.

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